Shaikai

sábado, septiembre 23, 2006

Consternado

El señor Joseph Campbell afirma en su obra Las máscaras de Dios (en el vol. 2: Mitología oriental) que debería aceptarse, al menos como una hipótesis plausible, que el yoga se desarrolló en la India de manera independiente a las tradiciones míticas correspondientes a la antigua civilización del Indo y a los invasores arios. Habría sido un descubrimiento originario de antiguos habitantes, muy probablemente de raza austronesia, del este y sur de la India, cuyos descedientes son los dravídicos. Fascinante resultado, porque de alguna manera se insertó, así como la visión mítica del eterno retorno propia de la antigua civilización índica ya mencionada, en el panteón ario y modificó su sentido de una manera radical. De ser esto así, las religiones indias tienen un origen endógeno que hunde sus raíces en estratos neolíticos de la historia humana, porque fueron los arios quienes portaron los avances de la edad de hierro al subcontinente.


Resulta realmente fascinante que la profundidad psicológica de la religiosidad India haya tenido orígenes tan antiguos. Tal vez no sea atrevido decir que la mayoría de los grandes avances de la humanidad se han dado cita precisamente en la India, sean estos técnicos, políticos o religiosos. Y todo por su condición de tierra continuamente invadida y continuamente asimiladora. La India parece haber sido por milenios un vórtice permanentemente activo de la vida cultural humana.