Shaikai

lunes, marzo 06, 2006

Filosofía

El Sr Guillot escribió no hace mucho un texto en su blog llamado "una mirada crítica al ejercicio de la filosofía". Ese texto fue comentado por dos personajes con un rasgo muy importante en común: creen que si la filosofía ha de tener algún valor debe ser un ejercicio en el que uno compromete su vida, se examina. Ellos son Bloom y don Juanpa. Bueno, la cuestión general del Sr Guillot era una crítica a la filosofía de corte "analítico" como se aprende en la Universidad Nacional; él dice que esta aproximación "obstaculiza vivir y pensar de una forma (...) realmente filosófica". Pero eso dio pie a que los otros dos personajes y yo voláramos un poco más lejos. No quiero quedarme reseñando mal lo que es mejor leer en su fuente original. Esto es más bien para seguir echando leña al fuego.

Debo ser directo en denunciar que el estilo típicamente "analítico" al que nos tienen acostumbrados en nuestra carrera puede caer en una mera cuestión de técnica. El análisis de argumentos, premisas y nociones es provechoso como herramienta para la comprensión y la crítica; pero cuando eso se vuelve nuestro único material de trabajo, perdemos profundidad. Nos encontramos con material para la reflexión en la propia experiencia tal como se da todos los días, es ahí donde todo comienza. El problema es que en el hilado de argumentos perdemos contacto con esa experiencia, así que es preciso tener cuidado; de otra manera podemos terminar rumiando palabras.

Bien es cierto que la argumentación y la claridad son importantes, incluso un insumo de gran valor que nos lega la tradición occidental. Pero así como el insight sin argumentación y claridad escapa a la posibilidad de ser comunicado, la argumentación y la claridad sin insight sólo pueden construir casas vacías (Digo insight, pidiendo mil disculpas, pues no encuentro la palabra adecuada en español; hablo aquí de observar alguna realidad y descubrir en ella lo que es importante o esencial o fundamental). Lo que sostengo es que la capacidad de insight es el punto de partida de toda filosofía que tenga algún valor.

Incluso me atrevo a declarar que esa facultad es más importante que la expositiva. Pues al menos conserva el contenido. Hay autores en la historia de la filosofía que tienen serios problemas argumentativos (por pobreza o por defectos formales); y los hay que aunque no padecen precisamente de eso, sí escriben descaradamente mal y se expresan confusamente. Sin embargo, entre ellos los hay que tienen mucho que decirnos, incluso hoy día. Es la razón por la cual seguimos leyendo, por ejemplo, a Epicuro, Spinoza o Hegel. El primero podrá no ser el sofista más brillante, el segundo podrá ser víctima de críticas contemporáneas a la metafísica, el tercero no será precisamente un adalid de la claridad expositiva (todo lo contrario); pero son gente que estuvo a tono con la realidad en algún momento, en algún aspecto (¿cuál o cuáles?; ya es nuestra tarea averiguarlo). Ese "toque" les da su trascendencia y su significado para la reflexión posterior.

No es que hoy día se olvide el contenido por completo, ni más faltaba. Pero en el hilado de argumentos es fácil perder de vista lo principal. Eso pasa desde hace siglos; es más, a veces puede rastrearse en los mismos diálogos platónicos o en las peleas epistemológicas de las escuelas indias. Hoy día con mayor razón, pues la argumentación se ha vuelto una tarea mucho más exigente. Mejor dicho, para mí la cuestión es de perspectiva, de no perder la perspectiva. Ciegos los ojos, nada puede verse.