Shaikai

miércoles, septiembre 01, 2004

Mirar al niño interior (más)

El saber proscrito. Allice Miller. 1987

Ella sostiene que el niño maltratado se ve en la necesidad de reprimir su sufrimiento presente para que su vida no corra peligro; siente que si se queja, si reclama, sus protectores pueden abandonarle o atacarle con aún mayor ferocidad. Para olvidar ese opresivo dolor, en orden a procurarse la supervivencia, se hacen una imagen intachable de papá y mamá y encuentra justificación a todas sus crueldades. Si llega a ir a una universidad (o a otro ambiente apropiado, diría yo), encontrará teorías que le darán la razón; por ende, en ellas hallará cobijo para seguir viviendo su represión, para seguir ocultando el dolor y la rabia de la infancia. ¿Pero cómo no, si esas teorías las inventan justo quienes tambien fueron maltratados en sus primeros años?

Allice da, de una forma u otra, dos ejemplos: la teoría psicoanalítica y la noción de pensamiento pasional en Heidegger. Solamente son, para ella, formas de seguir ocultando la frustración infantil. Yo leí su libro con disposición tal que no pude más que hallarle mucho de razón, que reencontrar las crueldades que cometieron en mi contra años atrás quienes tenían por misión cuidarme. Pero, aún más, he terminado con una desconfianza tremenda hacia la tradición filósofica occidental. ¿Cuántas veces no resultarán ser las elaboraciones teóricas, por más coherentes y brillantes que puedan parecer, simples máscaras? Si lo son, quizá no valen la pena, sin importar el prestigio que hayan acumulado.

¿Soy demasiado radical? En cierto momento lo fui: llegué a pensar que mucho de lo dicho en filosofía, psicología y ciencias sociales debía abandonarse como trabajo perdido. No obstante, ahora me hallo menos agresivo, más dispuesto a recuperar de todo ello lo necesario. Al fin y al cabo, la voz interior nunca deja de llamar; sería raro que no siguiera clamando aun en el mundo teórico.